Normandía es una de las regiones más atractivas de Francia. Cómo no sucumbir ante el encanto de Normandía, con sus paisajes incomparables y su patrimonio excepcional, Normandía te espera.

Desde hace siglos, la sensualidad de la naturaleza normanda ha servido de inspiración a toda clase de artistas. Fue allí, en la población de Honfleur, donde Eugéne Boudin, maestro de los paisajes marinos, dio clases de pintura a Claude Monet. Antes de que el genio impresionista pintara sus hermosos Nenúfares en la casa normanda de Giverny, su nombre ya era conocido gracias a los 30 magistrales cuadros que había finalizado basándose en sus estudios sobre la luz- al interior de la catedral de Notre Dame, en Rouen. Esta ciudad, que exhibe en su abigarrado casco histórico un fascinante conjunto de más de 2.000 casas con entramados de madera, sirvió de escenario para que Gustave Flaubert acometiera su obra cumbre Madame Bovary; y también es conocida mundialmente por ser la ciudad donde Juana de Arco, Santa Patrona de Francia, fue quemada viva.

Al no contar con viñedos, la sidra extraída de las manzanas es la bebida por excelencia en Normandía.

Por su parte, el romántico Víctor Hugo eligió como lugar de retiro el pueblo de Les Andelys, mientras que el pintor Nicolás Poussin tomó de esta, su tierra natal, la fuerza que podemos apreciar en sus obras barrocas. Alejandro Dumas prefirió la localidad de Trouville para escribir durante largas temporadas, y el gran Marcel Proust trabajó en esa catedral de la literatura universal que es En busca del tiempo perdido instalado en Cabourg. La región, invadida por feroces vikingos y conquistadores romanos en tiempos remotos, no solo ha sido cuna del nacimiento de grandes obras artísticas y literarias, sino también de muchos de los mejores productos gastronómicos galos, ya que su suelo es uno de los más fértiles de Francia. Dicen los entendidos que las moras y alcachofas de Normandía son las mejores, a lo cual se suma la calidad de los productos lácteos, especialmente queso Camembert y mantequilla; y de sus afamadas manzanas, ingrediente principal de dos emblemáticas bebidas francesas: la sidra y el calvados, este último, un aguardiente con sello de Denominación de Origen. Para muchos, la ausencia de viñedos es casi una virtud.

En el terreno de la historia, Normandía también ha jugado un importante papel. El más decisivo de los desembarcos de la Segunda Guerra Mundial ocurrió en sus playas, las mismas que soportan las mareas más salvajes de Europa. Asimismo, ciudades como Caen y Rouen fueron destacados centros políticos en la Edad Media.

LA ABADÍA DEL MONT SAINT-MICHEL

Hôtel de ville de Breteuil, Normandia Francia

El mítico Mont Saint Michel, el segundo lugar más visitado de Francia, se convierte en isla dos veces al día por cuenta de las mareas.

Cuenta la historia que en una noche de octubre del año 708, el obispo de Avranches recibió la visita del arcángel San Miguel, quien le encargó levantar un santuario sobre el islote de granito, de apenas 900 metros de perímetro y 80 metros de alto. Dos siglos más tarde, los duques de Normandía erigieron una iglesia en la que se instaló la orden benedictina. Un devastador incendio destruyó el templo, y su reconstrucción se efectuó bajo los más estrictos cánones góticos. Hoy, el paseo por sus murallas, torres y bastiones ofrece la mejor perspectiva de la bahía, y permite contemplar la fuerza y velocidad de unas de las mayores mareas del mundo, cuya bajamar deja al descubierto distancias de hasta 15 kilómetros. Sin duda, el mayor encanto de este monte radica en que se convierte en isla dos veces al día, cuando la pleamar rodea el islote.

LAS PLAYAS DEL DESEMBARCO

Desde el siglo XIX, los pueblos costeros de Deauville y Trouville son el lugar preferido de veraneo del jet set francés.

La mayor operación militar de la historia moderna tuvo lugar la mañana del 6 de junio de 1944, cuando 135.000 soldados de las tropas aliadas desembarcaron a lo largo de los 80 kilómetros de costa ocupados por las posiciones alemanas. Fueron 6.000 las embarcaciones que, en el famoso Día D, asaltaron la costa normanda. Algunas de las playas recibieron nombres en clave que aún se conservan como Utah, Omaha, Gold, Juno, o Sword.

El museo conmemorativo Mémorial de Caen es la mejor introducción a la historia de estos hechos que se prolongaron durante 7 6 días, y siguen latentes en la vida de millones de personas. También existen otros museos de especial interés como el Musée Juin 44 en L’Aigle; el Mémorial la Liberté Retrouvée, en Quinéville; el Musée de la Libération en Cherbourg, o el Musée du Débarquement Utah Beach, en Sainte-Marie-du-Mont, que nos acercan a las batallas que liberaron a Europa del dominio nazi.

Normandia, Un patrimonio histórico y cultural de gran riqueza

LA RUTA DE LOS CEMENTERIOS

En los combates del verano de 1944, murieron en Normandía unos 40.000 aliados y 60.000 alemanes. Algunos fueron repatriados a sus países de origen, especialmente los estadounidenses. Sin embargo, la mayoría fueron enterrados en 27 cementerios distribuidos en estas tierras: 16 británicos, 2 canadienses, 2 americanos, 1 polaco, 1 francés y 5 alemanes.

La visita a estos campos, que sobrecogen el, alma, está acompañada por un silencio incorruptible. Si bien la Oficina de Turismo de Normandía ha diseñado un recorrido denominado la Ruta de los Cementerios, que los abarca todos, creo que en un primer acercamiento es imprescindible llegar a tres de ellos: el estadounidense de Colleville-sur-Mer, que a lo largo de 70 hectáreas domina la playa de Omaha, con 9.387 cruces blancas perfectamente alineadas, además de un imponente jardín levantado en honor a los desaparecidos; el británico de Bayeux, que reagrupa 4.116 tumbas de soldados del Commonwealth; y el canadiense, en las cercanías de Bény-sur-Mer que, aunque más pequeño, con 2.049 tumbas, no es menos impresionante.

Admirar los veleros en los muelles de Rouen

LA COSTA DE ALABASTRO

Para mitigar el impacto producido por lugares marcados por la guerra y el dolor, es buena idea cambiar de ambiente visitando la llamada Costa de Alabastro. A 100 kilómetros de Le Havre — el segundo puerto más importante de Francia— y bordeando la carretera que conduce a la población de Dieppe, se encuentran los acantilados de color blanco, considerados uno de los lugares más fotografiados de Normandía. Su famosa Falaise d’Aval, un arco formado por la erosión en la rocosa pared vertical, es un espectáculo natural de belleza indescriptible que nos reafirma lo sublime y natural de esta región francesa, ubicada entre el mar y el bosque.

EL ENCLAVE MÁS REFINADO

Desde la segunda mitad del siglo XIX, la costa normanda ofrece algunos de los sitios de veraneo más sofisticados de Francia. En 1861, los aires de grandeza de Napoleón III llegaron a esta región con la construcción del casino y del hipódromo de Deauville. Desde entonces, las grandes fortunas y los aristócratas encuentran en esta población su base estival. La austeridad de los palacetes normandos todavía se mantiene en algunas fachadas, que puertas adentro conservan el refinamiento de otrora, así como el paseo marítimo muestra la grandiosidad de aquellas épocas. La vecina Trouville es quizás más sencilla y más auténtica, pues no ha perdido el encanto de las antiguas villas de pescadores. Su enorme playa recrea un paisaje de exclusividad y buen gusto. Al recorrer sus empinadas callejuelas se revelan fastuosas viviendas, menos ostentosas que las de Deauville.

Francia Normandia Honfleur Puerto

Quien haya imaginado alguna vez el pueblo costero ideal, con casas de piedra pizarra de balcones florecidos, con sabor añejo y espíritu marinero, habrá fantaseado con Honfleur sin saberlo. Esta villa es una visita obligada que remite al pasado vikingo de los normandos y al amor por su terruño. La iglesia de Santa Catalina, construida en madera; o el pequeño paseo marítimo donde los veleros aguardan a los paseantes que disfrutan un café o entran y salen de diversas galerías de arte, son algunos de sus. atractivos. En este punto, ya al final de un gratificante recorrido por tierras normandas, se entiende por qué, a lo largo de los siglos, esta provincia francesa sigue, siendo un destino cargado de historia y belleza. A todo esto se suma un innegable encanto natural imposible de olvidar.


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