Inhambane, en Mozambique, país ubicado en el sureste africano, es uno de los mejores destinos del mundo para bucear. Descubra por qué.

El imborrable pasado romano, musulmán y sefardí hace parte del encanto de Córdoba, una capital llena de historia.

En este lejano oasis, las temperaturas cálidas y las playas de aguas color turquesa superan todo lo que se haya visto antes. Bautizada por Vasco da Gama como ‘tierra de gente buena’, Inhambane, en la costa de Mozambique, es uno de los destinos más exóticos y fascinantes de África y escenario perfecto para bucear a plenitud en el océano Indico, donde tiburones ballena y batallones de delfines son visitantes asiduos. Paisajes coralinos y peces multicolores amplían la belleza de este delicado ecosistema marino. Gomo si fuera poco, en la costa aguardan más de 700 kilómetros de playas para contemplar el ocaso.

Mientras atravesábamos las provincias de Maputo, Xai-Xai, e Inhambane a bordo de un viejo Toyota, María, nuestra anfitriona, me contaba que Tofo, un balneario cercano, es considerado uno de los mejores lugares de buceo del planeta. Luego de seis años recorriendo destinos exóticos de buceo, por fin había conseguido añadir Mozambique a mi listado. “Estás en el lugar indicado, o mejor, en uno de los cinco primeros. Aquí puedes ver casi a diario rayas gigantes y tiburones ballena”, dijo María.



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La ciudad de Inhambane es uno de los más antiguos puntos comerciales en la costa mozambicana. Su historia se cruza con la de comerciantes musulmanes, persas y otras culturas desde el siglo XI. La ciudad tiene una serenidad inusual que se explica en parte por las anchas e inmaculadas avenidas, adornadas por árboles y casas coloniales en excelente estado. Allí, las horas pasan al ritmo del reloj ubicado en la torre de la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción y al final del día, en la costanera, dhows -barcos típicos de origen árabe— navegan por la bahía mientras los jóvenes se juran amor en los bancos de los miradores, y el cielo adquiere
colores inimaginables.

Chalets en Flamingo Bay Water Lodge, uno de los rincones más exclusivos de la costa africana.

Chalets en Flamingo Bay Water Lodge, uno de los rincones más exclusivos de la costa africana.

De Inhambane a Tofo hay 30 minutos en carro. Al llegar, es fácil advertir la tranquilidad de este pequeño pueblo junto al mar. Más allá de toda su belleza paradisíaca -que al principio puede pasar inadvertida-, Tofo es un destino bendecido por una armonía singular. Las personas son humildes y de una simpatía desbordante. La comunidad extranjera que se fue asentando incorporó a esta atmósfera un toque internacional e intelectual muy interesante. La mayoría son buzos o surfistas, pero sobre todo, viajeros con historias interminables. En el Turtle Cove, de camino a Tofinho, descubrimos el lugar ideal para un atardecer que se puede prolongar hasta convertirse en una deliciosa cena con sushi. En la noche, la zona se transforma en un enorme chill-out de pequeños rincones que invitan a un libro, a un juego, o a una conversación junto al fuego, al son de la música en vivo. Para un poco más de movimiento, basta llegar a la orilla del mar, donde los bares Dino’s y Fatima’s Nest prenden la fiesta hasta el amanecer, alternando ritmos africanos, brasileños y europeos.

El índico, casi inexplorado durante décadas de guerra civil, resguarda en sus aguas los paisajes marinos más impactantes, famosos por ser el reino del tiburón ballena, un coloso de los mares en riesgo de extinción. La mejor época del año para admirarlo junto a otras especies va de junio a septiembre.

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La gastronomía y los atardeceres en playas desiertas son dos de los grandes placeres de Mozamblgue.

RUMBO A MANTA REEF

El índico, casi inexplorado durante décadas de guerra civil, resguarda en sus aguas los paisajes marinos más impactantes, famosos por ser el reino del tiburón ballena, un coloso de los mares en riesgo de extinción. La mejor época del año para admirarlo junto a otras especies va de junio a septiembre.

Ubicado a solo 20 minutos en bote desde Inhambane, Manta Reef es otro de los lugares mágicos de Mozambique que vale la pena visitar. Al sumergirme, constato la inmensa diversidad de fauna y flora marina que ostenta. Rayas de hasta seis metros de ancho nadan en círculos semejando enormes aviones submarinos. Si uno se ubica en el lugar adecuado es posible admirarlas a menos de un metro de distancia, haciendo de esta una de las experiencias más sorprendentes del reino animal. Más abajo, junto a los corales, se observan pargos, barracudas, gigantescos meros, tortugas y muchos otros peces.

Pasada la guerra, Mozambique está descubriendo su enorme potencial como uno de los destinos turísticos más promisorios de África. Incluso en algunos lugares zóna norte del país se han levantado lujosos resorts. En cambio, Tofo sigue brillando por su variada oferta de servicios y hoteles que abarca todos los presupuestos, desde campings y cabañas muy básicas hasta cómodos alojamientos con las mejores condiciones.

Cerca de Inhambane, encontré otro lugar único, el Flamingo Bay Water Lodge, caracterizado por lujos y comodidades que conviven en armonía con la naturaleza. Ubicado en el límite de la bahía, este paraíso ecológico es el hábitat de flamingos y toda clase de peces tropicales. Esplendorosos chalets privados, fabricados con materiales biodegradables, fueron levantados con estacas sobre el agua. Durante la marea alta, el área común del hotel se inunda, y para bucear en la laguna que se forma basta descender las escaleras de los balcones privados.

Mozambique, El buceo y el snorkel garantizan un espectáculo deslumbrante bajo el mar.

El buceo y el snorkel garantizan un espectáculo deslumbrante bajo el mar.

Este lodge está destinado únicamente a parejas que van de luna de miel o en vacaciones románticas. Las familias con o sin niños se quedan en Barra Lodge, algunos kilómetros al sur, donde pueden disfrutar de numerosas actividades como paseos a caballo, eventos de animación, fiestas y buceo.

Al final del día, acostado en la arena, me quedaba observando a los niños jugando fútbol en la playa, admirando la silueta de los botes de pesca en el horizonte, el ir y venir de los artesanos y el trote sereno de los caballos paseando por la bahía, dirigiéndose a Tofinho, el paraíso del surf. Recordaba cómo había despertado un día cualquiera al son de un arrullo africano entonado por dos señoras a la salida de mi habitación. Sus voces traían, con profunda dulzura, la melodía del mar cercano y la tibieza del sol naciente.. “Nuestra canción es para ti y para Dios” me dijo una de ellas. No logré entender mucho más, pero sí sé que Dios, donde quiera que esté, habrá esgrimido una sonrisa al contemplar, como yo, los chispeantes amaneceres de Mozambique.

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